sábado, 6 de julio de 2013

Narcoaviones y radares


Hablan de hacer por aire con millones de dólares lo que no hacen por tierra.

  
Juan Carlos Lemus

Con el accidente o derribo de una avioneta, el viernes 28 de junio, en la que murieron seis extranjeros, fuentes de gobierno vienen repitiendo que Guatemala es un país en desventaja ante el narcotráfico porque no cuenta con radares que adviertan los sobrevuelos por nuestro espacio aéreo controlado. Ajá. Qué más. Y que por eso es necesaria la compra de radares. Sí, como en las películas, un escuadrón aéreo atento a los vuelos sin control enfrentará a los aerocapos, bang bang bang. Vuelos rasantes entre la selva petenera. Ajá.

El más afanado en repetir la necesidad de comprar radares es el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, quien dice que tenemos un radar secundario que funciona solo para los aviones comerciales y que por eso Guatemala necesita extenderlo a todo su territorio. Evidentemente está mal informado. Un radar secundario no es que funcione solo para aviones comerciales. Lo que él dice da a entender como si solo Lacsa, InterJet, American, etcétera, tuvieran contacto con el radar secundario de vigilancia (SSR), lo cual es falso. Este también puede ser activado por aeronaves pequeñas y hasta helicópteros cuando quieren confirmar si la posición que leen abordo es igual a la que lee un controlador en tierra; también es un requisito para volar por instrumentos. Lo que sucede es que a los narcoaviones no les interesa llamar a la Torre de Control para avisar cuál es su posición. De hecho, un SSR puede describir, con sorprendente precisión, la altitud, distancia, velocidad, rumbo, tamaño y otras características de una aeronave, incluso, su separación con picos altos, etcétera, siempre que el piloto active un transponder o respondedor.

Lo que el ministro quiere decir es, sencillamente, que se necesitan radares, de acuerdo; ahora bien, no veo el chiste de invertir tantos millones de dólares en matamoscas para perseguir tuc-tucs. Quiero decir que las avionetas que vuelan por las fincas o que cruzan las fronteras, aun las que son quemadas y abandonadas, son noticia vieja y no se necesita equipo sofisticado para detectarlas. Hablan de hacer por aire con millones lo que no hacen por tierra con la información que ya tienen.

Aun con la obsolescencia del radar primario de La Aurora, hará casi dos décadas era posible advertir alguna manchita en la pantalla de radar, cruzando, digamos, de Sanarate a Cobán, o por la Costa Sur, sin control. Según el ministro, o lo que da a entender, es que en el instante citado un escuadrón aéreo antinarcótico —que no lo hay— tendría que despegar en escuadra de ataque, como en las películas, y volar hasta el lugar para echar bala. Lo cual sería improcedente porque podría tratarse de algún fumigador, un globo aerostático o de algún avión que no logró hacer contacto con Guatemala Radio.

La compra de radares daría puerta libre a descargar cifras bien altas. El paquete no vendría solo, sino con instalación de antenas, más personal, especialización de técnicos, mantenimiento, etc. Es más, infodefensa.com explica, en mayo, que el Gobierno ya firmó un contrato por la compra de seis aviones Super Tucano y al menos “tres radares” a la empresa española Indra. ¿Entonces? A carne humana huele aquí.