Hablan de hacer por aire con millones de dólares lo que no hacen por tierra.
Con el accidente o derribo de
una avioneta, el viernes 28 de junio, en la que murieron seis extranjeros,
fuentes de gobierno vienen repitiendo que Guatemala es un país en desventaja
ante el narcotráfico porque no cuenta con radares que adviertan los sobrevuelos
por nuestro espacio aéreo controlado. Ajá. Qué más. Y que por eso es necesaria
la compra de radares. Sí, como en las películas, un escuadrón aéreo atento a
los vuelos sin control enfrentará a los aerocapos, bang bang bang. Vuelos
rasantes entre la selva petenera. Ajá.
El más afanado en repetir la
necesidad de comprar radares es el ministro de Gobernación, Mauricio López
Bonilla, quien dice que tenemos un radar secundario que funciona solo para los
aviones comerciales y que por eso Guatemala necesita extenderlo a todo su
territorio. Evidentemente está mal informado. Un radar secundario no es que
funcione solo para aviones comerciales. Lo que él dice da a entender como si
solo Lacsa, InterJet, American, etcétera, tuvieran contacto con el radar
secundario de vigilancia (SSR), lo cual es falso. Este también puede ser
activado por aeronaves pequeñas y hasta helicópteros cuando quieren confirmar
si la posición que leen abordo es igual a la que lee un controlador en tierra;
también es un requisito para volar por instrumentos. Lo que sucede es que a los
narcoaviones no les interesa llamar a la Torre de Control para avisar cuál es su posición.
De hecho, un SSR puede describir, con sorprendente precisión, la altitud,
distancia, velocidad, rumbo, tamaño y otras características de una aeronave,
incluso, su separación con picos altos, etcétera, siempre que el piloto active
un transponder o respondedor.
Lo que el ministro quiere decir
es, sencillamente, que se necesitan radares, de acuerdo; ahora bien, no veo el
chiste de invertir tantos millones de dólares en matamoscas para perseguir
tuc-tucs. Quiero decir que las avionetas que vuelan por las fincas o que cruzan
las fronteras, aun las que son quemadas y abandonadas, son noticia vieja y no
se necesita equipo sofisticado para detectarlas. Hablan de hacer por aire con
millones lo que no hacen por tierra con la información que ya tienen.
Aun con la obsolescencia del
radar primario de La Aurora ,
hará casi dos décadas era posible advertir alguna manchita en la pantalla de
radar, cruzando, digamos, de Sanarate a Cobán, o por la Costa Sur , sin control.
Según el ministro, o lo que da a entender, es que en el instante citado un
escuadrón aéreo antinarcótico —que no lo hay— tendría que despegar en escuadra
de ataque, como en las películas, y volar hasta el lugar para echar bala. Lo
cual sería improcedente porque podría tratarse de algún fumigador, un globo
aerostático o de algún avión que no logró hacer contacto con Guatemala Radio.
La compra de radares daría
puerta libre a descargar cifras bien altas. El paquete no vendría solo, sino
con instalación de antenas, más personal, especialización de técnicos,
mantenimiento, etc. Es más, infodefensa.com explica, en mayo, que el Gobierno
ya firmó un contrato por la compra de seis aviones Super Tucano y al menos
“tres radares” a la empresa española Indra. ¿Entonces? A carne humana huele
aquí.