Juan Carlos Lemus
El aeropuerto no es solo la terminal aérea y la
pista, como suele pensarse. El edificio es la parte visible de un complejo más
técnico, gigantesco y organizado. Es
como comparar una casa con una ciudad. El fundamento de un aeropuerto
internacional –es el caso de La Aurora- son sus espacios aéreos controlados, zona de
control, pista, radio ayudas, luces de aproximación, calles de rodaje, intersecciones,
rutas aéreas, procedimientos de aproximación y de salida, descensos mínimos,
etcétera, etcétera.
Digo esto a propósito de que estamos en
época de lluvia, en consecuencia, el ejercicio profesional de los pilotos se
hace más complicado. No digo riesgoso, porque no es así, sino difícil porque se
reduce la visibilidad y se incrementan los vuelos por instrumentos, a
diferencia de la mayor parte del año cuando predominan los vuelos visuales. Para favorecer al tránsito frente al clima,
los servicios en tierra deberían ser óptimos. Por ejemplo, en casi todos los
aeropuertos del mundo hay salidas de alta velocidad para
que cuando un avión aterriza desaloje inmediatamente la pista. Pero en el
nuestro no solo no existe esa posibilidad, sino que la única calle de rodaje no
es la más adecuada para un estatus internacional. Veamos por qué. Cuando una
aeronave pesada despega o aterriza en La Aurora, no debe haber otra similar
rodando paralelamente a la pista. Es como decir que dos camiones no pueden
transitar al mismo tiempo en sentido contrario, aun si utilizan distinta mitad
de la carretera. Las normas exigen cierta separación entre las alas, y como en
nuestro aeropuerto no se da esa condición, siempre que rueda por esa calle un
avión, digamos un B757 o un Airbus, no debe usar la pista otro similar. Eso
complica la fluidez y las demoras generan altos gastos de combustible.
Otro problema de la calle de rodaje es
algo tan absurdo y semejante a lo que pasa en las calles de la capital cuando
llega el invierno y la Municipalidad manda parchar
los parches mientras los vehículos
son desviados. Eso crea congestionamiento.
Esas reparaciones –más bien chapuces-
se abren al poco tiempo porque el material no es de calidad. En
aeronáutica, el equivalente es que los aviones tienen que rodar sobre la pista
en tanto son reparadas las grietas de la calle de rodaje; obviamente, en ese
momento nadie puede aterrizar ni despegar y el costo de sobrevuelo de las
aeronaves se incrementa. Aun si los controladores dan prioridad –como tienen
que darla- a quienes están en vuelo, los
afectados son los que están en tierra esperando rodar.
Algo peor: en La Aurora, las aeronaves
de ancho fuselaje no pueden rodar nunca sobre la calle de rodaje, por lo que después
de que aterrizan tienen que regresar sobre la pista para ir al muelle asignado;
lo mismo si se dirigen a la cabecera para despegar, lo hacen sobre la pista. Mientras
tanto, aviones pequeños o grandes deben sobrevolar o disminuir su velocidad
para aproximarse hasta que la pista esté libre. Los afectados, de nuevo, son las
empresas por el excesivo gasto de combustible, los pilotos y los controladores.
Por ahora he citado solo tres problemas, pero hay otros más graves. (Continúo
el próximo sábado)