domingo, 17 de junio de 2012

Nuestro aeropuerto






Juan Carlos Lemus

El aeropuerto no es solo la terminal aérea y la pista, como suele pensarse. El edificio es la parte visible de un complejo más técnico, gigantesco y organizado.  Es como comparar una casa con una ciudad. El fundamento de un aeropuerto internacional –es el caso de La Aurora- son sus espacios aéreos controlados, zona de control, pista, radio ayudas, luces de aproximación, calles de rodaje, intersecciones, rutas aéreas, procedimientos de aproximación y de salida, descensos mínimos, etcétera, etcétera.

Digo esto a propósito de que estamos en época de lluvia, en consecuencia, el ejercicio profesional de los pilotos se hace más complicado. No digo riesgoso, porque no es así, sino difícil porque se reduce la visibilidad y se incrementan los vuelos por instrumentos, a diferencia de la mayor parte del año cuando predominan los vuelos visuales.  Para favorecer al tránsito frente al clima, los servicios en tierra deberían ser óptimos. Por ejemplo, en casi todos los aeropuertos del mundo hay salidas de alta velocidad para que cuando un avión aterriza desaloje inmediatamente la pista. Pero en el nuestro no solo no existe esa posibilidad, sino que la única calle de rodaje no es la más adecuada para un estatus internacional. Veamos por qué. Cuando una aeronave pesada despega o aterriza en La Aurora, no debe haber otra similar rodando paralelamente a la pista. Es como decir que dos camiones no pueden transitar al mismo tiempo en sentido contrario, aun si utilizan distinta mitad de la carretera.  Las normas exigen  cierta separación entre las alas, y como en nuestro aeropuerto no se da esa condición, siempre que rueda por esa calle un avión, digamos un B757 o un Airbus, no debe usar la pista otro similar. Eso complica la fluidez y las demoras generan altos gastos de combustible.

Otro problema de la calle de rodaje es algo tan absurdo y semejante a lo que pasa en las calles de la capital cuando llega el invierno y la Municipalidad manda parchar los parches mientras  los vehículos son desviados. Eso crea congestionamiento.  Esas reparaciones –más bien chapuces-  se abren al poco tiempo porque el material no es de calidad. En aeronáutica, el equivalente es que los aviones tienen que rodar sobre la pista en tanto son reparadas las grietas de la calle de rodaje; obviamente, en ese momento nadie puede aterrizar ni despegar y el costo de sobrevuelo de las aeronaves se incrementa. Aun si los controladores dan prioridad –como tienen que darla- a quienes están  en vuelo, los afectados son los que están en tierra esperando rodar.

Algo peor: en La Aurora, las aeronaves de ancho fuselaje no pueden rodar nunca sobre la calle de rodaje, por lo que después de que aterrizan tienen que regresar sobre la pista para ir al muelle asignado; lo mismo si se dirigen a la cabecera para despegar, lo hacen sobre la pista. Mientras tanto, aviones pequeños o grandes deben sobrevolar o disminuir su velocidad para aproximarse hasta que la pista esté libre. Los afectados, de nuevo, son las empresas por el excesivo gasto de combustible, los pilotos y los controladores. Por ahora he citado solo tres problemas, pero hay otros más graves. (Continúo el próximo sábado)