viernes, 30 de noviembre de 2012

Nace un mito: Irina Darlée y Tasso Hadjidodou in Guatemala

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Nace un mito


Irina Darlée y Tasso Hadjidodou, amigos que saltaron los charcos de un día lluvioso,
del océano y de la vida.



Juan Carlos Lemus

Al volver de algún descanso como el de Navidad, la escritora Irina Darlée (Moscú 1921-Guatemala 2008) venía a la sección Cultura de este diario y solía preguntarnos, casi como broma de tradición: “¿Qué tal pasaron su descanso? ¿Estuvieron contentos o con la familia?”. Su buen humor era extraordinario. Dama de carro viejo y chofer mayor, culta y nada solemne, aprendió a bailar sardanas con Salvador Dalí, a quien visitaba en su casa de Cadaqués; fue  amiga de Cela. Contaba de cuando amigos suyos y de Tasso Hadjidodou (Bélgica, 1921-Guatemala, 2012) quisieron unirlos para que salieran juntos a las actividades culturales.

“Yo recuerdo –decía Irina, con su acento ruso-alemán– una vez que fuimos al Teatro Nacional con Tasso. Mi chofer y yo pasamos por él. Cuando llegamos, caían aguaceros. Yo iba elegante. Llevaba mi abrigo caro, ese que te conté que me robaron del armario, me costó 3 mil dólares, una ganga, Carlos, esos abrigos valían el triple, pero lo compré a buen precio, en Rusia. Un día llegué y el abrigo había desaparecido. ¿Para qué lo querrían? ¿Para usarlo como  alfombra? ¿Para hacerlo pedacitos y usarlo como almohada? Lo digo porque no era un abrigo como para andar por ahí con chancletas bajo el sol. Pues esa noche que fuimos al concierto con Tasso, caían aguaceros. Cuando bajamos del carro, casi tuvimos que saltar un charco. Salpicados, llegamos a la entrada donde estaban el embajador de España y otros amigos esperándonos. Cuando nos vieron empapados, uno de ellos dice: ´Tasso ¿por qué no cargó a Irina? Usted, que es un caballero, la hubiera cargado para cruzar el charco´. Y Tasso, sin pestañear, le responde, refiriéndose a mi gordura: ´¿Si a usted le hubiera tocado cargarla, por cuál pedazo habría comenzado?´”

Tasso e Irina fueron público asiduo, respetuoso, atento en las actividades culturales durante más de 60 años. Ahora son una página amarilleada del diario, aunque sobre Tasso nace un mito por estos días. Antenoche, en la Sexta Avenida, vi a un muchacho que hace de novedoso guía para el turismo local. Junto a la escultura de Tasso, rodeado de paseantes boquiabiertos, explicaba: “Tasso fue el creador de este paseo de la Sexta. Tasso fundó las Escuelas Municipales de Arte. Él trajo de Europa el concepto de escuela de pintura y de música. Él fundó la Sinfónica Municipal”. Luego, con tono inquisidor, preguntó a su público: “¿Ya vieron lo que está haciendo Arzú en el parque central, eso de poner una pista de hielo? Si Tassito hubiera visto eso, se muere, ¡se muere!,  porque Tasso creó el concepto de Centro Histórico”.

…Sorprendente, interesante circunstancia extraída del más puro ingenio guatemalteco. El mito crecerá. En pocos años se solidificará cual Piedra de los Compadres. De momento, comparto con usted estos versos del Rubaiyat, para que juntos con Omar Jayam, el autor, brindemos a la salud post mórtem de Irina y Tasso:

“Convéncete bien de esto: Un día tu alma dejará el cuerpo/ y serás arrastrado tras un velo entre el mundo y lo desconocido/ Mientras esperas ¡Sé feliz!/ Pues no sabes cuál es tu origen e ignoras cuál es tu destino” (Estrofa  XXVII).