Vivimos atrapados en un ciclo indigno y necio; para cambiarlo, aportemos nuestras ideas.
Juan Carlos Lemus
Podemos elegir ente dos candidatos, uno está chiflado y el otro se esfuerza en parecerse a él. Este año electoral es como si tuviéramos que jalar una carreta conteniendo 15 millones de frutas, a la orilla de un precipicio, y solo podemos optar por uno de dos jumentos que se nos ofrecen meneando la cola; el problema es que uno es cojo y ciego, y el otro es ciego y cojo.
Lo más grave, el favorecido tarde o temprano se quitará el disfraz y veremos que no es ningún asno sino es una fiera ciega de poder que se hace acompañar de alimañas mentirosas y ladronas.
No sé si a usted le sucede lo mismo, pero estoy harto de que cada cuatro años suceda un ciclo en el que viene un fulano a ofrecernos seguridad y justicia, llena el país de su basura propagandística. Si no gana, se empeñará a destruir a su adversario ganador, y si gana, se olvidará de nosotros. Cuatro años después, viene otro fulano a ofrecernos seguridad y justicia, llena el país de su basura propagandística. Si no gana, se empeñará a destruir a su adversario ganador, y si gana, se olvidará de nosotros. Cuatro años después, viene otro fulano a ofrecernos seguridad y justicia, llena el país de su basura… Me encantaría repetir lo mismo en cada página del diario. Sería tedioso y desesperante, como nuestra realidad política.
Por qué no intentar otro rumbo, por impracticable que parezca en este momento. Propongo que, en lo venidero, en vez de gastar en propaganda y mítines, los partidos, liderados por su candidato, gasten su dinero haciendo obra social en algún departamento escogido por ellos mismos. Este año participaron 25 partidos y son 22 los departamentos. En cada lugar podrían trazar estrategias para el desarrollo, revisar el mapa de necesidades, construir puentes, carreteras y programas comunitarios. Sería un concurso cívico e inteligente.
Si puede manejar un departamento, ese candidato quizá también podrá manejar un país. Beneficios colaterales serían el turismo y las romerías al mejor gusto guatemalteco que se formarían para asistir a observar los logros, como días de feria. Sabríamos si en ese lugar la gente del partido se robó el dinero de los proyectos, si los candidatos a presidente y alcalde fueron capaces de controlar a sus partidarios. Evaluaríamos si facilitaron el acceso a los discapacitados y beneficiaron a los adultos mayores en lugar de besuquearlos y exhibir hipocresía en la televisión.
No soy más ingenuo que quien vive frustrado dentro del ciclo. Si quiere datos fríos, aquí van: solo el Partido Patriota se gastó más de Q160 millones en su campaña del 2007. Este año lleva despilfarrados más de Q63 millones y el partido Líder más de Q44 millones. Baldizón y Pérez mejor hubieran construido carreteras hasta las más remotas aldeas. Todo ese dinero y el de los demás partidos habría mermado lo que hoy sufren nuestros hermanos azotados por las tormentas.
A quien no resultara electo le quedaría la satisfacción de haber contribuido a mejorar la vida de varias personas. Créame que eso sería más agradable que vivir con paranoia, rodeado de guaruras y soportando que la gente escupa al suelo cada vez que lo nombra. Eso es todo. Ah, y pido perdón a los jumentos.