Pérez y Baldizón terminarán del brazo, como comadres,
pero antes “pelean” mostrándose el dedo.
Juan Carlos Lemus
Los debates entre candidatos a la presidencia evidencian solo una sucia gota de todo el charco; tuberías adentro, los contendientes guardan toneles de mentira y descomposición. Pese a todo, uno de los dos –Otto Pérez o Manuel Baldizón– alcanzará la Presidencia. Será como el cielo administrado por el Marqués de Sade. La Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por un chucho. El Premio Nobel de la Paz concedido a un mono colorado y terrorista como George W. Bush. Un pederasta a cargo de un jardín de niños.
Mejor sería un combate en vez de un debate; una lucha a muerte entre dos delincuentes de esos que se enrollan la chaqueta en un brazo y con el otro intentan apuñalarse. Podrían deleitarnos con una emocionante batalla cuerpo a cuerpo, desnudos y previamente azuzados con chile cobanero. Está de moda la pelea en jaula. Eso sí, el réferi no sería el simpático señor Jorge Gestoso, menos todavía la tendenciosa y superficial periodista Patricia Janiot, de CNN –esa cadena mundial sesgada y altamente subjetiva– sino un hooligan drogado y con púas de buldog alrededor del cuello.
Hoy el mundo convulsiona, camaradas. Hacia Italia, Londres, Grecia, los Países Árabes o Estados Unidos, hacia donde apunte nuestro dedo sobre el mapamundi, allí hay un hervidero de manifestantes furiosos. En Guatemala, en cambio, sin anarquía pero con alta frustración, experimentamos impotencia ante dos candidatos que se desafían de mentiritas, mostrándose el dedo y la lengua, que se dan pellizcos y mordiscos. Cuando uno de los dos gane, veremos cómo se protegen y hacen negocios juntos –si no es que ya los tienen–.
Si en verdad quisieran hacerse daño, ya se lo habrían hecho. En el reciente debate organizado por la Asociación de Gerentes de Guatemala, Gestoso dio a Baldizón la oportunidad de hablar sobre el pasado militar de Pérez, un tema encendido porque todos sabemos que se le imputa el haber cometido crímenes de lesa humanidad. Baldizón solo respondió que él y su agrupación política “van hacia el futuro”, “no ven al pasado”. Entonces, por qué llevó documentos del pasado para culpar a Pérez de haber despedido a cientos de miles de soldados. Era el momento de Baldizón para satisfacer el hambre de knockout que tienen las organizaciones de Derechos Humanos, mas fue cobarde. O muy listo como para pelear de verdad con su futuro compadre.
De igual manera, Pérez perdió la oportunidad de exponer por qué se liga a Baldizón con el narcotráfico y el crimen organizado; solamente lo aruñó como a la gente más le gusta, cuestionándole su relación con la UNE. Pedirles algo más sustancioso, programas de gobierno y caballerosidad es demasiado para dos personas que no tienen estatura política ni personalidad.
La devastación es total. Vamos en picada. Esas discusiones acaban en manoseo, en tanto que mucha gente hasta se balea por ellos.
Una de las frases más despreciables y al mismo tiempo de las más acertadas, es esta: “Cada país tiene el gobierno que se merece”. Pero, como dijo hace pocos días Ricardo Arjona, “Si cree que no se lo merece, debe hacer lo necesario para cambiarlo”. Pero cómo, dinos cómo, camarada de las cinco décadas; yo ya hice mi propuesta, hace una semana.