De Big Brother a caballo que destroza, y de
Sherlock Holmes a Jack el Destripador.
Un videoclip incide más en el mundo que todos los libros antiguos y actuales que valdrá la pena leer. Las páginas sobre arte o avances científicos no obtendrán en décadas el número de visitas que un video consigue en dos días. Por ejemplo, el más visto en toda la historia de Youtube, Gangam Style, llegó a tener 10 millones de reproducciones cada 24 horas. Compartamos o no el gusto por el ritmo, el fenómeno está delante; incluso fue bufoneado por Ban Ki Moon en la ONU, lo que podría ser irrelevante, algo que cualquiera calificará de mendrugo publicitado, pero puede que la curiosidad por el tema aumente luego de ver al más fuerte crítico del capitalismo contemporáneo, Noam Chomsky, participar en un video de esa canción en el MIT. (http://www.youtube.com/watch?v=g8-UfLQ7jXc)
El filósofo brinda, taza de té en mano, al tiempo que dice: “Oppan Chomsky Style”. Su participación da una lección a cuantos querrían ver sus teóricos tiesos como varas, mudos cuales vacas; nos recuerda que la pose del muchacho que anuncia un corte inglés para andar en el transmetro equivale a la afectación del intelectual o del poeta pensativo, como escultura de Rodin, frente a un libro, con el dedito en la barbilla. Todo lo contrario es lo que sucede muchas veces en el planeta.
Para comprender la magnitud del Chomsky Style, es como si viésemos a Kapuscinski frente a un paisaje africano anunciando un programa del Discovery Channel –a canales como este, el periodista polaco los señaló de hacer turismo de la miseria-; o como si nos topáramos con una foto turística de Marx frente a la estatua de la Libertad. Lo que sucede es que el baile del caballo es más que eso, es una crítica a la alienación cultural; algo que ni siquiera saben quienes lo bailan. Psy se burla del distrito Gangnam de Seúl, Corea del Sur. Así que la canción es (o fue) un bombazo contra el estilo de vida superficial que llevan los “chicos hot” coquetos, esos enamorados de la moda que, siendo tan pobres, aspiran a un “living la vida loca”.
Pasada la fiebre de Gangnam Style, Psy puso de moda otra canción que tiene (o ha tenido) igual éxito. La tituló Gentleman y en ella se burla de los “caballeros”. Puede que aluda a la nobleza británica. Presenta a un Gentleman patán, egoísta, ególatra, abusivo, que ventosea en público, mete mano sin permiso, arremete contra los ancianos, todo un “motherfucker Gentleman”, como se escucha en la canción, aunque la letra diga “Mother, father, Gentleman”. (http://www.youtube.com/watch?v=ASO_zypdnsQ)
Tan elegantes caballeros vienen a la mente por estos días, cuando nos enteramos de un gobierno británico que mantiene la red de espionaje más grande del mundo y la comparte con el gobierno de EEUU. Cloaca de espionaje que intuíamos, pero que se destapa con claridad gracias a Edward Snowden.
En este siglo, EEUU pasa de Big Brother a caballo que destroza, en tanto que el gobierno británico, ese novelado de Scotland Yard, se arranca la máscara de Sherlock Holmes y deja ver su verdadero rostro de Jack el Destripador; que ya no mata prostitutas (o quién sabe), sino es un grosero, vulgar espía, que ventosea y sonríe, todo un “motherfucker Gentleman”. Ambos gobiernos tienen que ser llevados a juicio por el resto del mundo.
El filósofo brinda, taza de té en mano, al tiempo que dice: “Oppan Chomsky Style”. Su participación da una lección a cuantos querrían ver sus teóricos tiesos como varas, mudos cuales vacas; nos recuerda que la pose del muchacho que anuncia un corte inglés para andar en el transmetro equivale a la afectación del intelectual o del poeta pensativo, como escultura de Rodin, frente a un libro, con el dedito en la barbilla. Todo lo contrario es lo que sucede muchas veces en el planeta.
Para comprender la magnitud del Chomsky Style, es como si viésemos a Kapuscinski frente a un paisaje africano anunciando un programa del Discovery Channel –a canales como este, el periodista polaco los señaló de hacer turismo de la miseria-; o como si nos topáramos con una foto turística de Marx frente a la estatua de la Libertad. Lo que sucede es que el baile del caballo es más que eso, es una crítica a la alienación cultural; algo que ni siquiera saben quienes lo bailan. Psy se burla del distrito Gangnam de Seúl, Corea del Sur. Así que la canción es (o fue) un bombazo contra el estilo de vida superficial que llevan los “chicos hot” coquetos, esos enamorados de la moda que, siendo tan pobres, aspiran a un “living la vida loca”.
Pasada la fiebre de Gangnam Style, Psy puso de moda otra canción que tiene (o ha tenido) igual éxito. La tituló Gentleman y en ella se burla de los “caballeros”. Puede que aluda a la nobleza británica. Presenta a un Gentleman patán, egoísta, ególatra, abusivo, que ventosea en público, mete mano sin permiso, arremete contra los ancianos, todo un “motherfucker Gentleman”, como se escucha en la canción, aunque la letra diga “Mother, father, Gentleman”. (http://www.youtube.com/watch?v=ASO_zypdnsQ)
Tan elegantes caballeros vienen a la mente por estos días, cuando nos enteramos de un gobierno británico que mantiene la red de espionaje más grande del mundo y la comparte con el gobierno de EEUU. Cloaca de espionaje que intuíamos, pero que se destapa con claridad gracias a Edward Snowden.
En este siglo, EEUU pasa de Big Brother a caballo que destroza, en tanto que el gobierno británico, ese novelado de Scotland Yard, se arranca la máscara de Sherlock Holmes y deja ver su verdadero rostro de Jack el Destripador; que ya no mata prostitutas (o quién sabe), sino es un grosero, vulgar espía, que ventosea y sonríe, todo un “motherfucker Gentleman”. Ambos gobiernos tienen que ser llevados a juicio por el resto del mundo.
@juanlemus9